La Selección Mexicana de fútbol deslumbró en la Copa del Mundo de Francia 1998, una justa donde el Tricolor se ganó el reconocimiento de millones de aficionados mexicanos y de la prensa internacional por su extraordinaria actuación.
El gran juego desplegado de México no fue lo único que llamó la atención, pues también deslumbró la Piedra del Sol Azteca, símbolo del imperio Tenochca que brilló en el pecho de la camiseta de sus seleccionados.
Dicho diseño precolombino rompió todos los paradigmas y le dio la vuelta al mundo desde su primer partido ante Corea del Sur, y no fue elaborada por una marca transnacional como Nike o Adidas, sino que estuvo a cargo de la firma mexicana ABA Sport, propiedad de Jorge Lankenau Jr.
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